Una parejita de relojes, no estoy seguro de su edad (entre años 50 y primera mitad años 60), ambos de señora, de carga manual, y funcionando a la perfección. Uno de marca suiza, otro de marca española, ninguno de ellos manufactura.
¡Helos aquí!
Por un lado, un Dogma Prima Standard 15 Ancré 15 Rubies Antimagnetic
Por otro lado, un Radiant 17 Rubies Antimagnetic
Ambos, de un tamaño ciertamente discreto. Unos 20 mm de diámetro.
Son testigos de una época en que los relojes mecánicos llegaron a tamaños que hoy se nos antojan ridículos. Más que relojes de pulsera, eran pulseras con relojes de adorno, incluso sin presbicia cuesta leer la hora en ellos. Sus calibres laten a 18.000 alternancias por hora, con una precisión más que razonable: en todos estos días, no he sabido apreciar deriva entre ambos. Creo que tienen sobre treinta y pocas horas de reserva de marcha, que no está mal.
Dar cuerda a ambos es muy agradable, el tacto y el sonido son agradabilísimos. Entiendo que los automáticos han sido un avance, pero la cuerda manual todavía no ha dicho su última palabra.
No teniendo equipo para volver a cerrar las cajas, me abstengo de tomar fotografías de los calibres. En su día, no se me ocurrió preguntar al relojero lo que montaban. ¡A la próxima que les haga mantenimiento, trato de averiguarlo!
¡Helos aquí!
Por un lado, un Dogma Prima Standard 15 Ancré 15 Rubies Antimagnetic
Por otro lado, un Radiant 17 Rubies Antimagnetic
Ambos, de un tamaño ciertamente discreto. Unos 20 mm de diámetro.
Son testigos de una época en que los relojes mecánicos llegaron a tamaños que hoy se nos antojan ridículos. Más que relojes de pulsera, eran pulseras con relojes de adorno, incluso sin presbicia cuesta leer la hora en ellos. Sus calibres laten a 18.000 alternancias por hora, con una precisión más que razonable: en todos estos días, no he sabido apreciar deriva entre ambos. Creo que tienen sobre treinta y pocas horas de reserva de marcha, que no está mal.
Dar cuerda a ambos es muy agradable, el tacto y el sonido son agradabilísimos. Entiendo que los automáticos han sido un avance, pero la cuerda manual todavía no ha dicho su última palabra.
No teniendo equipo para volver a cerrar las cajas, me abstengo de tomar fotografías de los calibres. En su día, no se me ocurrió preguntar al relojero lo que montaban. ¡A la próxima que les haga mantenimiento, trato de averiguarlo!
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