El denominador común es que se trata de "clásicos populares" de los 50-60, la época en que, para mi, se fabricaron los relojes más bonitos, el canto del cisne anterior a la crisis del cuarzo. En aquella época los relojes populares no eran un complemento de moda, como hoy, sino que eran una máquina útil que servía a su propietario durante muchos años, quizá durante toda su vida adulta.
Cada uno de los relojes que hoy descansan en mi pequeña colección habrán tenido su historia, quizá hayan sido un regalo de boda, comprado días antes del evento por los padres de la novia, quizá un regalo de jubilación, pero seguro que en algún momento fueron importantes para quien los lució orgulloso en su muñeca. También me gusta pensar en que, en su época, todavía tuvieron un cierto componente de trabajo manual-artesanal en su construcción, por más que ya pertenezcan a una era de producción industrial. En los 50-60 no había robots. Y por último, aunque humildes, son tan suizos como el que más, nacieron a la sombra de las montañas de ese hermoso país, y partieron hacia su destino por carreteras rodeadas de verdes pastos y hermosos paisajes. Por eso para mi estos pequeños vintages son mas que trastos viejos (como dice mi mujer), son pequeñas máquinas con alma, historia y con un pequeño corazón que con su tictac (particularmente audible desde lejos en algún que otro con calibre A.S.), acompaña y traslada a otros tiempos.