Asì es Claudio, gracias al maestro Roskopf el reloj dejo de ser un privilegio de las clases pudientes.
Gracias al reloj del proletario, los campesinos, ferroviarios, mineros, etc, pudieron tener acceso al reloj.
Parece que el periodista del Imparcial compara el tocino con la velocidad. Que un reloj de mesa fuera más barato que uno de bolsillo entra dentro de lo posible, como es casi cierto que el asomarse por la ventana y mirar el reloj de la iglesia fuera más barato aun...