Para comprender por qué esto es así, basta con jugar a ser relojeros unos días. Arregladle los relojes a los vecinos y conocidos gratis. Diagnosticadle los fallos a los relojes caros de los amigos y solucionádselo gratis también. Comprad mecanismos antiguos por internet para conseguir piezas y repararle el reloj a ese amiguete... cambiadle la pila a los relojes de los familiares. Regalad relojes nuevos a amistades y familiares.
Cuando hayáis hecho esto, por amor al arte, por puro gusto, descubriréis que nadie aparentemente aprecia el conocimiento, la técnica, la pericia que habéis demostrado. Y si hay algún comentario, no es de respeto sino más bien al contrario. Y si te paras a pensar, por mucho que sepas de mecanismos, y que puedas cambiar pilas o reparar algunas averías ¿qué utilidad podría darte, si no obtienes ni siquiera respeto, a cambio?
Toda profesión y todo profesional quiere que le respeten por su oficio y por lo que produce. Es lógico que en siglos de comercio la relojería suiza se haya querido rodear de una aureola de prestigio y respeto, aunque eso suponga mantener unos niveles de precios (que podrían bajar, si quisieran) o dificultar también un poco la adquisición de conocimientos para un novel. Un profesional de prestigio no puede prestarse a hacer reparaciones cutres e instantáneas, tiene que comportarse como un gran Maestro que domina la técnica , rodearse de herramientas y útiles adecuados y cobrar en consonancia, o no será respetado.